Talagante y su
"Parque Metropolitano"

En el rincón surponiente de la Región Metropolitana, a 35 kilómetros de Santiago, se ubica
la ciudad de Talagante, establecida a las orillas del río Mapocho incluso antes de la llegada
de los españoles a Chile. Así es como históricamente esta zona ha trabajado entorno al
mundo agrícola, aprovechándose del cauce de río, como también padeciéndolo, con sus
repentinas crecidas del caudal durante los fuertes temporales que caían en la zona antes de la megasequía en el país.
Hoy el divorcio con el río Mapocho es grave, y los que más lo sufren son la flora y fauna
que habitaban el lugar, y no menos grave, los habitantes de la provincia, que ven como se
destruyen ríos y humedales, últimos rincones verdes del valle del Mapocho.

El río Mapocho es una de las fuentes de agua potable más importantes no solo para Talagante, sino que para el Gran Santiago, donde se concentra un tercio de la población total de Chile.
Pero hoy, el Mapocho, tras sus 117 kilómetros de recorrido desde que nace en el cerro El Plomo, en la Cordillera de los Andes, hasta confluir con el río Maipo, en la comuna de El Monte, luce totalmente devastado por el humano. Por eso es que han emergido diferentes iniciativas de organizaciones en la Provincia de Talagante, como las fundaciones Frente de Río y Verde Nativo, entre otras, buscando la restauración y recuperación de la ribera del río Mapocho. Que según cuentan sus habitantes más longévos, antes era un hermoso balneario para todos… hace ya más de cinco décadas.

La crisis climática ha hecho perecer las aguas del río y, ciertamente, las de todo el país, situación que ha captado un interés internacional. Ya que, por ejemplo, según el Instituto de Recursos Mundiales, Chile es la segunda nación con mayor riesgo de estrés hídrico en el mundo. Mientras tanto, en las ciudades de Talagante, Peñaflor y El Monte, sus pobladores y autoridades, dieron las espaldas al Mapocho, dejándolo vulnerable frente a quienes lo han explotado y contaminado.

De parque a vertedero

El año 2005 cuando las autoridades regionales presentaron el Plan Regulador Comunal (PRC) de Talagante¹, donde se incluyeron como áreas verdes dentro de la provincia un llamado “Parque Metropolitano Talagante – Río Mapocho” que se conformaba por “la ribera urbana del Río Mapocho en su pasada por Talagante” y que definía una ocupación gradual con ciertos usos permitidos como “área verde y espacio público, deporte, cultura, esparcimiento y recreación al aire libre”. Ninguno de los puntos anteriores menciona la posibilidad de utilizar estas áreas verdes como una zona de extracción de materiales o industrial, tampoco como vertedero ni zona de uso habitacional, debido a las constantes crecidas del río en su historia y el peligro inminente de una inundación. El Plan Regulador finaliza diciendo que los usos que se le den tienen ser complementarios y compatibles con el carácter de área verde de uso público, por su valor paisajístico y/o su equilibrio ecológico.

Lo paradójico es que tras la entrada en vigencia del Plan Regulador Comunal, la situación del río Mapocho era medioambientalmente mejor a lo que se ve hoy. A partir de ese entonces todo ha empeorado; acrecentándose la extracción de áridos y los desvios del cauce del río, la multiplicación de campamentos habitacionales a orillas del Mapocho y la aparación de basurales por doquier.

Para sus habitantes eso no concierne una noticia novedosa, es más, se ha vuelto una costumbre ver como proliferan los microbasurales por toda la orilla de río y en sitios que han quedado eriazos debido a la destrucción del ecosistema fluvial. La verdadera sorpresa es enterarse que todos esos espacios alrededor del río son sumamente importantes para la conservación de la biodiversidad de la flora y fauna, y que constituyen un “Parque Metropolitano”. No solo valioso para la restauración de un espacio desechado, sino porque aún existe la esperanza de recuperar paulatinamente la flora y fauna que habitó el río Mapocho.

40 Especies diversas!

Según informes del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), el lugar cuenta con 11 especies que se encuentran en un estado de conservación de amenaza, 14 endémicas y 15 especies consideradas monumento natural y/ aves migratorias.

No obstante, que esté escrito en el papel no significa que las municipalidades o sus habitantes le den el uso propuesto. El Parque Metropolitano se ha visto degradado por diversos vertederos ilegales, por la extracción de áridos e incluso de la toma de terrenos a orillas del cauce. Por lo que se ha convertido no sólo en un problema ambiental, sino que social, ya que existe un riesgo inminente en caso de una repentina subida del cauce del Mapocho.

Pero gracias a la demandas de la población y gestiones de fundaciones medioambientales locales como Verde Nativo y Frente de Río, en marzo del presente año se ingresó un recurso de protección, que se encuentra en trámite, a la Corte de Apelaciones de San Miguel, donde se establece al Parque Metropolitano Mapocho Norte como el “Humedal Río Mapocho Poniente o Rural” con el fin de que se adopten medidas para su protección. En dicho recurso se describe su superficie aproximada de 1.100 hectáreas a lo largo de los 32 kilómetros de ribera entre las comunas de “Peñaflor, Talagante y El Monte”.

En este también se especifica que tanto el parque como el humedal,“han sufrido de la presencia de vertederos ilegales en toda la ribera del Río Mapocho, invasión de especias exóticas, (…) actividad de extracción y/o procesamiento de áridos fluviales”, y además destaca “la falta de educación ambiental en los establecimientos educacionales administrados por los municipios recurridos”.Esto marca un auspicioso precedente en lo legal para que se adopten medidas para proteger estelugar en calidad de Humedal Continental Ribereño, considerando que recientemente en entró en vigencia la Ley 21.202 de Humedales Urbanos. Publicada en el Diario Oficial el 23 de enero de 2020, esta ley busca proteger a todos los humedales que se ubiquen dentro de una urbe, por ser considerados fundamentales para la flora y fauna, además de reguladores del medioambiente. Cabe destacar que el ministerio de Medio Ambiente aún debe definir, en un plazo de seis meses, el reglamento para poder definir los criterios “mínimos” para la sustentabilidad de los humedales urbanos, además de su funcionamiento y mantener un regimen hidrológico saludable.

La ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, una de las principales promotoras de esta
ley en el actual gobierno, destacó que “con con esta ley, entregamos herramientas concretas
que permitirán proteger los humedales urbanos, ecosistemas vulnerables que han sido
fuertemente intervenidos y que son clave para el bienestar sociedad y la calidad de vida de
los chilenos y hacer de Chile el país sustentable que queremos”.
Por último, es necesario esclarecer que esta ley solo se preocupa del cuidado de humedales
que se encuentren dentro, o al menos una parte de él, de los límites urbanos, según establece su artículo 1º:

“La presente ley tiene por objeto proteger los humedales urbanos declarados por el
Ministerio del Medio Ambiente, de oficio o a petición del municipio respectivo,
entendiendo por tales todas aquellas extensiones de marismas, pantanos y turberas, o
superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o
temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones
de agua marina, cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros y que se
encuentren total o parcialmente dentro del límite urbano”.

Artículo 1º Ley 21.202


Para el director del Centro de Humedales del Río Cruces de la Universidad Austral de Chile,
Ignacio Rodríguez, esta es una importante medida que avanza en la dirección correcta,
“estamos contentos porque es un avance notable que un ecosistema tan fundamental para la
sobrevivencia humana como los humedales, que no tenían una ley específica, ahora la tengan.
Celebramos que además la ley haya sido impulsada desde la Región de los Ríos, desde Valdivia”. Eso sí, no olvida que esto es tan solo un comienzo y que “queda mucho todavía y la Ley Nacional de Humedales es necesaria al igual que discutir cómo administramos el agua en nuestro país”, destacando entonces que estas medidas tan solo solucionan “la punta del iceberg”, y que cuidar tan solo los humedales urbanos no es suficiente, sino que hay que avanzar hacia una Ley Nacional de Humedales.

No obstante, no es menos importante el rol que cumple la ciudadanía en la resignificación y restauración de los espacios residuales, tanto el trabajo de las fundaciones y ONGs medioambientales como de las municipalidades es fundamental para que el carácter de parque o humedal no quede solamente en el papel, como ocurre hoy. Además que se establezcan ordenanzas municipales que controlen y castiguen efectivamente no solo la destrucción de los ríos y humedales, sino que también los cerros y quebradas. No solamente son los ríos quienes se ven afectados por el humano, sino que las montañas han sufrido un importante impacto por las plantaciones de monocultivos, de cítricos y paltos preferentemente, y la proliferación de microbasurales al igual que en los ríos.

Según alegan vecinos de la provincia de Talagante, el silencio de las autoridades municipales ha entrado en la misma linea de destrucción del patrimonio natural. Y que este silencio e inoperancia en temás medioambientales dió el beneplácito para que diversos empresarios explotaran descontroladamente los áridos en el lugar.
Empresas, como Arimaipo Ltda., representada por el empresario talagantino Luis Tamayo Medina, se han dedicado por un largo tiempo a la extracción de áridos y que ha dejado una penosa huella en el río Mapocho. Es por eso que a fines del año 2019, en el marco de las protestas sociales, gran cantidad de personas se congregaron a marchar frente a las
instalaciones de la mencionada empresa Arimaipo Ltda., que el mismísimo empresario defendió, junto con sus trabajadores, con armas de fuego. Cabe mencionar que en la actualidad los proyectos de extracción de áridos ingresados al SEIA por Tamayo han sido rechazados, por lo que sus obras debieran estar paralizadas.

En cuanto a la responsabilidad de las municipalidades, esto radica en que para la extracción
de áridos, quien primero fiscaliza es la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH), dependiente
del Ministerio de Obras Públicas (MOP), pero finalmente la entrega de los permisos de extracción son dados por la municipalidad correspondiente al lugar de la extracción. O al menos así lo consigna la DOH en su sitio web: “La DOH se limita a analizar la viabilidad técnica de los proyectos de explotación, no entrega permisos de extracción de áridos, pues esta es una facultad municipal”.

En Chile, existen iniciativas similares que han salido a flote, como la creación del Parque Humedal Río Maipo, ubicado en el límite entre las comunas de Santo Domingo y San Antonio en la Región de Valparaíso. Una experiencia cercana que ataca un problema medioambiental similar, además que se encuentra en la misma cuenca del río Maipo. Antiguamente, este lugar fue gravemente afectado por el crecimiento urbano, convirtiéndose paulatinamente, al igual que la ribera del Mapocho en la provincia de Talagante, en un vertedero. Más grave aún si consideramos que San Antonio es hoy es el puerto marítimo más importante de Chile. La vuelta del timón para el Parque Humedal Río Maipo se dio cuando fue declarado Santuario de la Naturaleza en 2019, además de las iniciativas de la Municipalidad de Santo Domingo en preservar el humedal, que hasta antes de la crisis sanitaria por el COVID-19 tenían a este parque costero abierto al público.

En la actualidad es necesario repensar los espacios públicos y considerar la restauración de
los “capitales naturales” que ya existen, es decir, en vez de construir nuevas plazas en la
ciudad, es mejor adaptarnos de forma amigable con los ambientes naturales que ya posee la
urbe. En la misma línea, en una entrevista extraída de Emol5, el director del Departamento
de Urbanismo de la Universidad de Chile, Ernesto Calderón, reflexionó sobre la necesidad
de “re-mirar el territorio, re-descubrir esas matrices geográficas, los grandes corredores
biólogicos”, poniendo como ejemplo precisamente al río Mapocho. Idea que el director
concluye diciendo: “(Esta) es una nueva lectura con el medio, es un intento por cambiar la
mirada de lo que tradicionalmente hemos entendido como áreas verdes, plazas, espacios
públicos, y con más fuerza, mirarlas como parte de un sistema con muchas más potencia».

Recursos Hídricos de la Región Metropolitana del año 2014

4213

Personas que debían recibir agua potable por camión aljibe ya hace 6 años.

12%

De población rural de la región Metropolitana se ve afectado por la escasez hídrica


Más áreas verdes, menos basurales

Hoy la sequía golpea fuerte, y el impacto ambiental está acentuando las diferencias sociales entre el sector urbano y rural, donde las comunas más periféricas de las grandes ciudades son las que más sufren, por ejemplo, de la escasez hídrica. Mientras que en sectores urbanos de la capital el suministro de agua aún parece ser inagotable, en la provincia de Talagante, según datos recogidos del informe de Recursos Hídricos de la Región Metropolitana del año 2014, 4.213 personas deben recibir agua potable por camión aljibe y un 12% del total de población rural de la región Metropolitana se ve afectado por la escasez hídrica. Cifra que se puede presuponer que ha ido en aumento en los últimos años.

A diferencia de lo que ocurre en el Gran Santiago, especialmente en el sector oriente, donde la ribera del Mapocho dejó de ser un espacio residual y dio paso a grandes áreas verdes como el Parque Bicentenario (Vitacura), el Parque Forestal (Santiago Centro), el Parque de los Reyes (Santiago Centro) y el Parque de La Familia (Quinta Normal), en la zona surponiente de la región el río Mapocho dista mucho de atraer a familias y jóvenes a disfrutar de sus riberas.
Otro ejemplo son la cantidad de áreas verdes por habitante, índices que en los últimos años han cobrado gran importancia ya que estarían directamente  relacionados con nuestra percepción de calidad de vida. Para el año 2014, el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago publicó el informe de Políticas Regionales de Áreas Verdes, con indices que buscaban medir los niveles de accesibilidad de la población a estos bienes públicos, como lo son las áreas verdes. Además donde se establece una diferencia entre las áreas verdes del Plan Regulador y las áreas verdes consolidadas, que serían aquellas que sí cumplen la función para la que se creó. En esta materia, la comuna de Talagante se ve severamente mermada ya que de las 116 hectáreas planteadas como Parque Metropolitano Talagante en el Plan Regulador, tan solo existe un total de tres hectáreas consolidadas como área verde. Peor diagnóstico corre para las comunas de El Monte y Peñaflor, que no poseen áreas verdes consolidadas. Y esto se contrapone ostensiblemente con los índices en comunas del sector oriente como Lo Barnechea o Vitacura, que poseen áreas verdes consolidadas de 1.000 hectáreas la primera y 426 hectáreas la segunda.

Sin embargo, en este informe se relativiza sobre el real déficit de áreas verdes de la provincia
de Talagante por el hecho que colindan con cerros y espacios abiertos más amplios que en la capital, donde la gente no tiene siquiera donde escapar de la rutina laboral. Pero lamentablemente en estos cerros, que rodean la provincia de Talagante, proliferan los basurales ilegales, no solo alejando a la gente, sino que aumentando el riesgo de incendios forestales por la sequía. Un ejemplo es la zona del cerro La Campana, frontera de las comunas de El Monte, Talagante y Peñaflor, donde sus bosques esclerófilos se están secando, y árboles de hoja perenne (que no debiesen cambiar su follaje) están perdiendo su coloración verde y por último sus hojas, síntomas de la grave sequía.